Presencia Inca en el Valle de Aconcagua

Publicado: 22/02/24
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Según antecedentes aportados por la arqueología, la antropología y la historia, la presencia Inca (de lengua quechua) en el valle de Aconcagua se remonta a fines del siglo XV d.C. La influencia de esta cultura se percibe hasta hoy en diferentes ámbitos, especialmente en lo referente a prácticas y herramientas agrícolas.

Los Incas impulsaron el desarrollo de los cultivos, que se incrementaron con la construcción de canales acequias de regadío. Existen evidencia etnohistóricas que confirman la existencia de veintidós canales que tenían su origen en el río Aconcagua y que regaban gran parte del extenso Valle.

Estos grupos no originarios del Valle, al parecer convivieron con poblaciones locales, contribuyendo al mejoramiento de las prácticas agrícolas, ganaderas y mineras, influyendo no sólo en el quehacer cotidiano, sino también, en aspectos vinculados a lo religioso.

Sobre los grupos que llegaron al valle de Aconcagua, existen dos teorías. Una teoría supone que fueron Diaguitas bajo orden Inca y en calidad de Mitimaes quienes se asentaron en el "Valle de Chile". La segunda teoría, según los cronistas de la época como Pedro de Cieza de León, postula que los Incas habrían ingresado desde el otro lado de la cordillera al Valle, contactándose directamente con la Cultura Aconcagua.

Sitios habitacionales y construcciones emplazadas en grandes cerros, dan cuenta de la presencia Inca en la zona; tales como: el actual fundo El Castillo en Calle Larga, cerro Mercachas en Los Andes, cerro La Cruz en Catemu y fortalezas como el pucará El Tártaro en Putaendo.

La influencia Quechua, tanto prehispánica como post conquista (debe recordarse que los conquistadores trajeron del Perú indígenas denominados yanaconas, de los más diversos orígenes, especialmente del mundo quechua-hablante), se aprecia también en las comidas, festividades religiosas y términos usados frecuentemente en la actualidad. Algunos ejemplos son: laucha, concho, chicha, choclo, guano, zapallo, chacra, pirca, corcho, cóndor, puma, chuchoca, mate, charqui, etc.

Importancia de los Cerros

Para la mayoría de las culturas precolombinas, los fenómenos naturales y los accidentes geográficos sobresalientes como cerros y montañas, tenían un carácter sagrado que nos remite a un ámbito trascendental de lo permanente e inalterable.

En el plano cotidiano, algunos cerros con características particulares, sirvieron de refugio y de defensa ante posibles amenazas que afectaran la supervivencia de la población. Las construcciones emplazadas como sitios habitacionales en los cerros, representaban a la vez signo de poder y dominio.

Tal es el caso de varios pucarás y construcciones entre los que se cuenta el conjunto habitacional del cerro Mercachas, que se alza dentro de un pequeño cordón montañoso aislado al oriente de la ciudad de Los Andes. Además, algunos cerros y montañas tuvieron una connotación sagrada, relacionándose principalmente como sitios para prácticas rituales.

Para los Incas, las altas cumbres andinas se asociaban a las divinidades; de tal manera que, en determinadas épocas del año coincidentes con festividades de gran relevancia, se ofrecían sacrificios de animales, preferentemente llamas, aunque, en ocasiones especiales, los sacrificados eran niños o jóvenes ofrecidos por sus familias.

Algunos cerros que se destacan por su tamaño y su ubicación estratégica son los cerros Orolonco (nombre de origen Mapuche) en la comuna de Santa María y el cerro Mocoén (nombre de origen Quechua) en la comuna de San Esteban.

Cerro Mercachas

Este cerro está ubicado en la precordillera, a seis kilómetros al sureste de la ciudad de Los Andes, entre el fundo El Sauce y el fundo Santa Rosa, tres kilómetros al sur del río Aconcagua. Gracias a su cumbre amesetada en sentido norte-sur, es conocido como cerro La Mesa. Es fácilmente visible desde todo el Valle.

Según el cronista Gerónimo de Bibar, en este emplazamiento Michimalonco dominaba el valle de Aconcagua y puso resistencia en los primeros años de la conquista española, hasta que Pedro de Valdivia lo vence en 1542 en la falda norte de este cerro, en la localidad de El Sauce.

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