La literatura en Aconcagua ha sido muy fecunda. Recordemos que Lucila Godoy Alcayaga fue en estas tierras donde comenzó a ocupar el seudónimo que le dio fama internacional - Gabriela Mistral -. Si bien esta gran poeta no nació en nuestro Valle, fue aquí donde encontró la inspiración para a escribir algunas de sus primeras obras.
Entre las obras literarias, encontramos los textos narrativos de carácter histórico que relatan, los acontecimientos ocurridos a lo largo de la historia de Aconcagua. Uno de los primeros exponentes de este género fue el sacerdote sanfelipeño Benjamín
Astudillo, más conocido por su seudónimo Bernardo Cruz Adler, quien en 1957 escribió San Felipe de Aconcagua haciendo una relación novelístico-histórica de dicha ciudad desde tiempos prehispánicos hasta los primeros años del siglo XX. Le siguen otros exponentes como Benjamín Olivares Corvera, vecino de la comuna de Santa María, cuya obra es una vasta relación histórica de la provincia de San Felipe, con obras como Historia de una Sociedad de Historia, (1981); Carlos Tapia Canelo, historiador, investigador y cronista andino, entre sus obras está Los Andes: Folclor y Terruño (2004); René León Gallardo, historiador e investigador andino; Breve Historia del Cristo de Los Andes (2004).
Pero es en la poesía y en el cuento donde una mayor cantidad de escritores aconcagüinos se han destacado.
Haciendo una clasificación por Generación, el profesor de literatura Andrés Morales ha encontrado representantes en la poesía para las generaciones literarias de 1942, 1957, 1972 y 1987 (Morales, 1997). En orden secuencial algunos exponentes y sus obras son: Eduardo Olea Moreno, Romance de Cariño Botao (1986); Carlos Ruiz Zaldívar, Romancero Heroico de Aconcagua (1955), Del grillo a la estrella (1970), Valparacanto (1986) y El Laurel en el Cielo (1993); Maria Cristina Castro Sotomayor, En familia (1992) y un Epistolario (1993); José Alberto de la Fuente, No quiero dolor de olvido en mis cabellos (1991) y De la escritura a la muerte (1991); Francisco Aguilera, La última frontera (1991); Pablo Cassi, Secreta convicción (1986), Tu prójimo inevitable y Veinte años de poesía (1995); Gonzalo Opazo Fischer, Instantánea (1991) y Acepto sugerencias (1994); Pedro Poza, 500 años y un día (1992); José Manuel Rodríguez, Hombre y seña (1986); Manuel Antonio Vásquez, Oscuro Sortilegio (1985); Palmira Ramos Cruz, Trastiempo (1999).
Por otra parte, en el cuento los literatos aconcagùinos están presentes en las Generaciones Literarias de 1972 y 1987 (Morales, 1997). Algunos de ellos son: Myriam Vargas Araya, En el camino (1986); Julio Zumaeta González, La Confianza y Tienda de Cuentos (1990); Ernesto de Blasis, El hombre del Cuzco y otros escritos (1994); Rodrigo Solo, Atardecer en Algarrobo y otros cuentos (1990).