Período Agroalfarero Tardío: Agricultores Prehispanos (900 d.C. - 1.470 d.C)

Publicado: 22/02/24
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El Período Agroalfarero Tardío en Chile Central se consolida entre el 900 y el 1.470 d.C. Su expresión social y cultural más relevante es la llamada Cultura Aconcagua.

Complejo Cultural Aconcagua

El período de desarrollo del Complejo Cultural Aconcagua se extendió durante los siglos IX y XV d.C. aproximadamente, de manera paralela a la Cultura Diaguita, con la que se supone tuvo contacto. Los cursos medio y superior del río Aconcagua fueron los lugares más importantes de habitación de estos grupos.

El conocimiento de sus características culturales propias es aún incipiente, en especial en la zona del valle de Aconcagua. Sin embargo, los restos conocidos nos hablan de un pueblo de agricultores, ceramistas, pastores, cazadores y recolectores que expresan su sensibilidad artística en una alfarería decorada, que da un sello de identidad al territorio que habitan. Los instrumentos ligados a las actividades agrícolas, como morteros y manos de moler que utilizaron los aborígenes de esta cultura, todavía son de uso común en nuestros campos.

Los asentamientos están asociados a lugares de tierras agrícolas en terrazas de mediana y baja altura cercanas al cauce de los ríos, quedando las viviendas cercanas unas de otras. A más altura, en los sectores cordilleranos, ocupaban cuevas y aleros construyendo estructuras de piedra en su entorno las que, hasta hoy, siguen siendo ocupadas por arrieros. Un ejemplo de este tipo de asentamiento es el sitio de ocupación ubicado en el estero Vilcuya en la precordillera de la comuna de Los Andes.

Los instrumentos que utilizaron para cazar, se encontraron en sitios relacionados directamente a restos de guanacos, aves y otros animales de la fauna originaria. Instrumentos tales como puntas de proyectil de forma triangular y base escotada, raspadores, microraspadores, raederas, etc.

Para las actividades agrícolas, ocupaban instrumentos como palas de piedra, morteros y manos de moler, utilizados en las faenas de vegetales cultivados o recolectados. Los cultivados eran probablemente, maíz, zapallo y poroto, entre otros; y la recolección se centraba, principalmente, en frutos silvestres y semillas de algarrobo, muy abundantes en ese entonces en Chile Central.

La alfarería es la expresión artística más sobresaliente de esta cultura, con más de cuarenta motivos decorativos que se presentan tanto de manera aislada como en variadas combinaciones. Se caracteriza por su color anaranjado o salmón que sirvió para bautizarla en las primeras investigaciones científicas. Estos rasgos han hecho suponer a los expertos que existieron centros de producción especializada y localizada de alfareros.

Cerámica Aconcagua Salmón, colecciòn Museo Arqueológico de Los Andes

Llaman la atención, además, los petroglifos caracterizados por el signo escudo grabado sobre grandes rocas, muy abundantes en la zona, pero del cual hasta hoy no tenemos una explicación de su significado.

Al parecer la muerte tuvo gran importancia en la cultura Aconcagua, ya que a diferencia de otras culturas, reservaron espacios especiales para la inhumación de sus muertos. La existencia de imponentes cementerios de túmulos (o acuviñas) da cuenta de la importancia y magnificencia de los rituales funerarios. Algunos cementerios pertenecientes a esta cultura son los encontrados en la Hacienda Bellavista en San Felipe y el de San Vicente en la comuna de Calle Larga.

El doctor Aureliano Oyarzún, entre los años 1910 y 1912, hace estudios en la Hacienda Bellavista, ubicada en la margen norte del río Aconcagua al lado de San Felipe, dando a conocer y describiendo el motivo decorativo cerámico del trinacrio, considerado en la actualidad como una marca emblemática de la cultura Aconcagua.

Los vestigios arqueológicos investigados ponen en evidencia el contacto cultural de la población Aconcagua con el sistema administrativo incaico, es decir, se percibe una mezcla de objetos con decoración

común a ambas culturas.

Desde esta perspectiva, algunos investigadores han planteado que en la última fase de aculturación del Complejo Cultural Aconcagua, probablemente, esta población sería la que, con mayor certeza, represente (o al menos una parte importante de ella) a la descrita por los cronistas españoles a su llegada.

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